miércoles, 24 de diciembre de 2008

Tan navideños entonces

Eso es todo. 00:04 a.m. del 25 de diciembre, y yo sentada en mi escritorio, blogueando. La navidad familiar ya terminó. Cerca de mí yacen los ya desflorados regalos navideños: uno, un gatito de juguete que camina si uno de la cuerda, y dos, un libro llamado "el arte de dibujar manga", escogido por mi hermano en un gran intento por comunicarse con mis excéntricos gustos, ignorando que el manga es tal vez lo único que no me cautiva de la cultura visual contemporánea y que hace mucho, pero mucho tiempo, no dibujo. En mi muñeca, el reloj infantil que me regaló mi tía: tiene la imagen de Mickey y Minnie en versión cute-minimalista (o como se llame); mi tía obviamente no sabe de mi aversión hacia Disney. Los regalos navideños son siempre una competencia por conocer al otro, por "caer en la nota" de su gusto. No siempre se puede, pero el adagio popular en estos casos resulta cierto, "lo importante es el detalle".

Pero también está la otra cara de la moneda. Nada más psicótico que un 24 de diciembre. Es el culmen del apocalipsis; diciembre es un mes en el que no está permitido pensar por si sólo, ni siquiera durante un instante. La publicidad y las estrategias gubernamentales atiborran a los ciudadanos de bellas lucecitas y ciclovías nocturnas. El "espíritu navideño" se apodera de los medios, que tratan con creciente ineficacia de "mostrar la cara amable" de un país tan putamente jodido. Los centros comerciales parecen refugios nucleares donde las personas acuden a evadir y alimentar, a un mismo tiempo, sus problemas económicos. Además de lidiar las normales y agobiantes cargas de la familia y el trabajo, sacan tiempo, disposición y cabeza para escoger regalos en establecimientos comerciales, entre nubes de bípedos parlantes obsesionados con el consumo navideño.

Siempre hace un sol infernal; se pasa mínimo 3 horas deshidratándose en un carro, en trancones interminables generados, paradójicamente, por el frenético ritmo navideño. En zonas comerciales fácilmente se puede encontrar 2 choques ridículos por cuadra. Todos cierran a todos. Todos los peatones se atraviesan. Se comete un error y los demás están dispuestos a hacer un sangriento sacrificio del desafortunado conductor. Sólo de alguien de mi familia he escuchado respuestas que se pueden esgrimir para evidenciar tanta sinrazón: "¡Que pena, no lo vi! -- ¡Como no me va a ver, claro que me vio, vieja bruta! -- ¡Ay bueno, entonces si lo vi, y lo quería matar!" Única posible respuesta, que además puso fin a un insignificante incidente urbano.
Este es el fin de la "feliz" época familiar por excelencia. En esta fecha hay que prepararse para socializar con ese familiar con quien uno nunca se entendió. Hay que saludar a tias, primos, amigos y demás, sin importar cuan ajenos sean. Hay que recordar y perdonar. El balance del año se hace automáticamente al revisar el listado de contactos del celular, justo en el momento de hacer la llamada especial navideña.

Pero al final todo se reduce a las mismas e inmanejables preguntas retrospectivas. Que tuve, que perdí, que sentí. Por que estoy aquí y por que no en otro lado. Que decidí, qué quise y qué quiero. A quien amé, quien me amó, quien me ama.

En fin, otro año más. Más recuerdos, más vivencias, y unas cuantas cicatrices más en el corazón. Vividas hasta más no poder. Endulzadas con el fuego del dolor.

Nada que lamentar. Mucho por vivir.

domingo, 14 de diciembre de 2008

El día en que la Tierra se detuvo

Klaatu o el Posterminator

Hace unos días alguien muy cercano me envió por correo el link al corto publicitario de The Day the Earth Stood Still (en adelante TDESS) o El día en que la Tierra se Detuvo. La pregunta que se me formulaba en el correo resuena ahora en mi mente, pues acabo de ver la película, luego de su estreno mundial. ¿La resurrección del cine clase B significa que se aproxima una crisis mundial o que estamos ya en ella?

Superando un poco la hiperemotividad que me une a la literatura y el cine de Ciencia Ficción (CF), trataré de hacer un divertido collage de mis ideas al respecto. Esta película, un remake de la homónima de 1951, fue presentada entonces como Ultimatum a la tierra, y se basó en un cuento de Harry Bates llamado Farewell to the master, publicado en 1940 en Astounding Science Fiction, revista precursora y promotora de la Edad de Oro de la Ciencia Ficción norteamericana. Según wikipedia, Bates asumió la edición de esta revolucionaria revista en la primera parte de la década de 1930, antes del advenimiento de su tortuoso éxito. Aparentemente desafecto del género, Bates puede ser interpretado como un temprano revisionista de la CF “dura”, que exploró la posibilidad de que el género desistiera de obedecer a las exigencias del método y el discurso científico y del interés pedagógico de la CF de Hugo Gernsback, y que enfatizara el papel estético y literario de las historias. Es durante el exitoso renacer de Astounding, a manos del lengario John Wood Campbell Jr., que se publica el cuento que dará origen a esta leyenda del cine clase B.

Como se puede ver, me he remitido a las revistas originarias, pues son el instrumento de materialización de esta corriente literaria (y ontológica si se me permite). El papel de Astounding Science Fiction durante la década de 1940 fue trascendental, toda vez que tuvo que sobrevivir a la crisis de 1929, que exterminó a la mayoría de revistas de CF de la época, y se edificó como cultivadora del género para superar la saturación cientificista del mercado. El público de la CF en los años 40 hacía parte de un cuerpo social se encontraba planteando sus principios morales, dada la imposibilidad de seguir prestando oídos sordos a la conflagración europea. El tema de una nueva guerra mundial ya había sido tratado someramente por la CF norteamericana de los 30, y se abrió espacio la reflexión acerca de una inminente catástrofe a causa de la perversión de la razón y acción humana, a costa de la CF de las revistas originarias, pues se alejó de las revistas de divulgación científica, de estilo chapucero y esquemáticas historias románticas en escenarios galácticos. Las exploraciones de las posibilidades que la humanidad tenía para labrarse un calvario ya habían sido de gran influencia en los clásicos europeos, pero sólo hasta el advenimiento de la segunda guerra mundial tomo fuerza una tendencia estilística y “sociológica” más sofisticada en la CF norteamericana.

En Farewell to the Master, la coyuntura del encuentro está planteada de manera diferente. La llegada de la nave si provoca gran temor y crisis en la humanidad, pero un primer acercamiento de Klaatu con la humanidad sí llega a ser pacífico, aunque por causa de la reticencia de los líderes mundiales a escuchar al mensajero espacio, el conflicto violento surge y acaba con la vida de Klaatu. Gort, el androide “escolta”, es efectivamente un agente relativamente pasivo, pero infinitamente poderoso. Es el encargado de cumplir las órdenes del urgente emisario, y la indoblegabilidad de sus acciones recuerdan la drástica sentencia repetida cada vez con más frecuencia por personajes protagónicos, “mesías” o “iluminados”, de la CF. En 1951, Klaatu tenía abierto un espacio de diálogo y prevención y logró hablar con sus líderes para evitar un desastre; en 2008, la sentencia ya ha sido pronunciada, pues un personaje antecesor, longevo e indudablemente venerable, ya intentó hacer entrar en razón a la destructiva raza humana, pero su absoluta soberbia determinó la inexorable voluntad de las entidades superiores. Superiores incluso a los poderosos más poderosos del la pobre Tierra: innombrables por la irrelevancia de sus nombres ante las circunstancias y el limitado entendimiento humano.

Tal vez aquí el carácter del androide tiene un papel fundamental en el cambio en la CF de los últimos tiempos. Durante la última mitad del siglo XX, una vez superada la era atómica y el primer terror a la exterminación del mundo, tomó fuerza la especulación sobre el “después” del fin del mundo, que se asumió en la cultura popular de la CF como causada inexorablemente por el hombre mismo. El cyberpunk se encargó desde los 80 de explorar la adaptación de los sobrevivientes humanos a un mundo colapsado, de perenne posguerra, inundado de toda clase de contaminación atómica, y el surgimiento de nuevas especies sub-humanas, hiper inteligentes, fortalecidas por aditamentos o principios tecnológicos que los hacían hiperresistentes aunque ilegitimamente humanizados por la extrañeza de sus emociones. Los posthumanos se convirtieron en un problema más del calvario humano, que sobrevive incluso a la exterminación de las sociedades, y que presenta entonces, como peor escenario posible, no a la muerte, sino a la perversión de toda forma de vida o existencia.

El cyberpunk y las posibilidades de degradación de la naturaleza humana por parte de la expansión tecnológica de la especie y su esquema de consumo se convirtieron en temas de gran trabajo para la CF de las últimas décadas del siglo XX. La perversión de todo lo bueno y deseable tuvo lugar, y a pesar de haber sido más que evidenciado (y no por la CF solamente), el tema parece agotarse.

En este punto volvemos a la coyuntura actual. ¿Que pasa ahora? ¿Donde están nuestros amados cyborgs? En TDESS la naturaleza de Gort no es el centro del problema. Él es sólo un instrumento de cumplimiento de una orden; ya no conserva esa ambigüedad emocional que denota en la versión de 1951, y que es muy visible en el cuento original ¿Será que ya no importa si se es o no se es humano? Después del apocalipsis de la segunda guerra mundial y los 50, vino el posapocalipsis de los años 60 y 70, que engendró el hábitat del posthumano de los 80 y 90.

Y cuando no se pensaba que pudiera llegar nada más, sobrevino la era del riesgo, el control y el miedo. Aviones contra las torres gemelas: ya no nos podemos imaginar nuestra forma de morir. Armas de destrucción masiva: no se puede calcular cuántos muertos. World Trade Center: ya no se sabe dónde está la economía, ni cómo funciona. Osama y Saddam: ya sólo hay que odiar. Abu Ghraib: ya no importa cómo se hace, desde que se contenga la irracional amenaza y se resuelva la desesperada ecuación de la seguridad mental. Ya no sólo no hay un norte macro social; ya sólo se asume la catástrofe.

Siento en la cultura popular un impulso suicida. Entre los entornos sociales con cierto nivel de cultura, es muy aceptado el concepto (biológico y casi disciplinar) de que el ser humano es una especie demasiado numerosa y que su comportamiento denota características de plaga. Klaatu se da el lujo, en 2008, de mantener su serenidad y bondad a pesar del peso de su tarea. Ya no necesitó conocernos ni hablar con nadie. Ya no intentó salvarnos. Ya murió inclusive el cyborg; ni siquiera se necesita evidenciar alguna clase de emoción en Gort. Ya ni siquiera tenemos que combatir la ciencia; se nos cerraron las puertas del entendimiento. La tecnología nos es sorda y ciega, y ya ni siquiera somos alternos de las razas alienígenas. Este posterminator compuesto ya ni siquiera hace un interrogatorio, un cuestionamiento; ya sólo puede eliminar. No hay lugar para hablar, pensar, preguntar, convencer o combatir; ya no es un castigo porque no significa nada. Al parecer, ahora sí, la especificidad del ser humano, la razón, ha desaparecido.

Para la nación mundo, los alienígenas. Para el apocalipsis atómico, el posapocalipsis. Para el derrumbe teleológico de la humanidad, el posthumano. Para recoger los restos y terminar con todo, el Posterminator. Simplemente infalible. Tan sencillo como una plaga de langostas. Sin remedio, reverso o reparación. Algo parecido al exterminio físico y económico de la población a pocos kilómetros de donde usted se encuentra. Simplemente se exterminan.

Klaatu barada nikto

Klaatu ha sido asesinado, debes salvarte.