jueves, 26 de mayo de 2011

Todo aquí adentro

Como sin distancia, todo aquí. El llanto de la tierra, las lágrimas del cielo, el gemir de los aires. El futuro y el pasado, y sus múltiples posibilidades. El presente efímero e inconmensurable. Todo me contiene, y el dolor bulle como brea caliente a través de las sendas del diario funcionar. Siento el dolor de siglos, las quejas sempiternas, los reclamos de las almas. Quiero lograrlo; quiero permanecer incólume, indemne de las mareas que ya he escuchado en narraciones. Quiero librarme del peso de las historias que enaltezco y por las que me decido a saltar siempre hacia el cielo. Sigo la senda marcada, y me mantengo hasta colapsar, hasta acompañar el movimiento de la tierra con mi espasmo y con mi llanto.

El que quiera que me perdone por pretender sobrevivir ante todo y sostener andanzas utópicas. Quieran las diosas de la resurrección acompañarme en esta corriente, en la que se rozan, se sueltan y se chocan destellos de magia del eterno resucitar.